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Autores Golden VIEJA

Toda escuela literaria cuenta con figuras imprescindibles que conforman su canon. Aquí os presentamos unas breves biografías de los principales autores de la Golden Age de la narrativa detectivesca. Todos ellos son de origen anglosajón y escribieron entre los años veinte y cuarenta del siglo XX.

BERKELEY COX, Anthony (Waldorf, 1893 – Londres, 1971)

Estudió en la Universidad de Oxford. Participó en la Primera Guerra Mundial. Se dedicó al periodismo durante muchos años. Trabajó para revistas humorísticas, como Punch y The Humorist, para la revista literaria John O’London’s Weekly, y para los periódicos Daily Telegraph, Sunday Times y The Guardian.

Fue una figura fundamental en el desarrollo del género de la literatura detectivesca. Miembro fundador del Detection Club. Publicó toda su obra entre 1925 y 1943. Escribió algunas novelas bajo los pseudónimos Francis Iles y A. Monmouth Platts. Su novela Before the Fact fue adaptada al cine en 1941 por el cineasta Alfred Hitchcock bajo el título Suspicion. Destacan títulos como El caso de los bombones envenenados (The Poisoned Chocolates Case, 1929),  El crimen de las medias de seda (The Silk Stokings Murders, 1928) o Premeditación (Malice Aforethought, 1931)

Aportó al género hondura y refinamiento psicológicos y creó un detective atípico e inolvidable: Roger Sheringam. Sus novelas se caracterizan por la agudeza intelectual y el sentido del humor.  Las tramas son entretenidas, aunque a veces carecen de acción. Destaca la presencia de diálogos ingeniosos, haciendo uso de la ironía, de la sátira e incluso de la parodia. Algunas de sus novelas incluyen agudas reflexiones sobre el género detectivesco y sobre la técnica utilizada por el propio autor. Exhibió gran destreza intelectual y una extraordinaria habilidad para la constitución de sorprendentes rompecabezas criminales.

BLAKE, Nicholas (Irlanda 1904 – Hertfordshire 1972)

Es el seudónimo del prestigioso poeta y ensayista Cecil Day-Lewis. Se educó en Oxford y en su juventud formó parte del círculo de Auden. Su poesía, muy valorada en sus días, transitó de las vanguardias al clasicismo formal. Fue lector en Cambridge y profesor de Literatura en Oxford y Harvard. La Corona lo nombró Poeta Laureado del Reino Unido en 1968.

En los años treinta se decidió a escribir novelas policíacas por diversión y por dinero. Los amantes del género agradecemos esta desviación caprichosa del destino. Sus novelas muestran la vertiente más desgarradora y lírica de la tradición inglesa del whodunit. Los personajes que pueblan sus páginas, de marcado carácter trágico, acarrean con su personalidad como con un destino sombrío. Inventó al detective Nigel Strangeways, de la tradición de los refinados, pero más estoico que epicúreo. De entre sus obras maestras, La bestia debe morir (The Beast Must Die, 1938) es la más popular.

CHESTERTON, Gilbert Keith (Londres 1874 – Beaconsfield 1936)

Admirable polígrafo, cultivó todos los géneros: ensayo, biografía, historiografía, lírica, teatro, novela y cuento. Inventó inolvidables laberintos, crepúsculos y paradojas. Fue, además, un consumado maestro del humor más inteligente que, en muchas ocasiones, aplicó su agudeza a realizar una crítica conservadora de los supuestos avances del mundo moderno en el orden de la moral.

En el ámbito de la ficción policial destacan los cinco volúmenes de relatos que dedicó al Padre Brown (The Innocence of Father Brown, 1911; The Wisdom of Father Brown, 1914; The Incredulity of Father Brown, 1926; The Secret of Father Brown, 1927; The Scandal of Father Brown, 1935), aunque no se pueden olvidar los que conforman El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew too much, 1922) y la extraordinaria novela El hombre que fue jueves (The Man Who Was Thursday, 1908). Sus misterios dejan entrever pesadillas oscuras y depravadas que, a la postre, se resuelven de forma sorprendente. Sus investigaciones se desmadejan siguiendo los principios del alma humana y pocas veces a partir de indicios materiales. En sus historias el pequeño sacerdote católico se aventura en busca de una redención comprensiva y devota del delincuente. La obra de Chesterton lleva a la cumbre literaria la narración detectivesca.

CHRISTIE, Agatha (Torquay 1890 – Wallingford 1976)

Poco se puede añadir de esta celebérrima autora de obra descomunal y éxito inigualable. Durante seis décadas inundó las librerías y quioscos con crímenes literarios que hicieron las delicias del público más variopinto: entre sus admiradores están desde Sigmund Freud hasta la reina de Inglaterra. En el ámbito hispánico, la editorial Molino la introdujo en todas nuestras casas con aquel formato en blanco de portadas escalofriantes. Por si no hubiera tenido suficiente con haber vendido novelas más que nadie, sus obras de teatro, también policiacas, se cuentan entre las más longevas de la historia de las tablas: The Mousetrap lleva en cartel desde 1952 y ha alcanzado las treinta mil representaciones.

Millones de lectores en todo el mundo consideran a Hercule Poirot y Jane Marple entre los más allegados de sus parientes. El asesinato de Roger Akroyd (The Murder of Roger Ackroyd, 1926), Diez negritos (Ten Little Niggers, 1939), Asesinato en el Orient Expres (Murder on the Orient Express, 1934) son obras maestras del género indiscutibles. Sus novelas recorren todos los ambientes y agotan las técnicas de la ficción policial. Sus novelas de posguerra, como Cinco cerditos (Five Little Pigs, 1942), son de una tristeza desoladora y bellísima. En los últimos tiempos, exploró nuevas posibilidades narrativas dentro del género, como en Noche eterna (Endless Night, 1967) o Telón (Curtain, 1975). Aún hay lectores pomposos que tratan a Agatha Christie con condescendencia, como si fuera literatura de segunda fila. Estamos convencidos de que ese juicio es, sencillamente, obtuso.

DICKSON CARR, John (1906-1977)

Fue un autor americano de novelas detectivescas que vivió buena parte de su vida en Inglaterra. Es una de las figuras más destacadas de la Golden Age de la literatura de misterio y su abundante obra pronto alcanzó el reconocimiento internacional. Publicó algunas novelas bajo los seudónimos Carter Dickson, Carr Dickson y Roger Fairbairn. Influido por Gaston Leroux y por las historias del padre Brown de G. K. Chesterton, se convirtió en el maestro del conocido como misterio de la habitación cerrada. Este misterio se centra en la resolución de un asesinato imposible, por haber ocurrido en un lugar del que el asesino no tenía posibilidad de escapar.

Destacan El hombre hueco (The Hollow Man, 1935), El tribunal de fuego o La cámara ardiente (The Bunring Court, 1937) y Advertencia al lector (The Reader is Warned, 1939). Muchas de sus novelas tienen personajes ingleses y se desarrollan en contextos británicos. Sus detectives más conocidos son el Dr. Gideon Fell y el señor Henry Merrivale. El primero, considerado la mejor de sus creaciones, está inspirado en G. K. Chesterton, tanto por su físico como por su personalidad.

Sus novelas se caracterizan por la fuerza atractiva del enigma, que parece imposible de descifrar. Muchas de ellas contienen un componente oscuro, o incluso siniestro, con alusiones a lo sobrenatural. El autor no renuncia a los finales ambiguos, tan excepcionales en este género. En algunas de sus historias, el lector se ve interpelado hasta el punto de sentir que puede verse implicado en la trama. Destacan la calidad literaria de sus descripciones, la creación de atmósferas opresivas y el agudo análisis de las situaciones problemáticas.

SAYERS, Dorothy L. (Oxford 1893 – Witham 1957)

Se graduó en Oxford y fue de las primeras mujeres en hacerlo. Su especialidad fueron las lenguas clásicas y la literatura medieval. Tradujo al inglés con acierto la Divina Comedia y la Canción de Roldán. También escribió poemas, tratados teológicos y, en su juventud, anuncios publicitarios.

A su pluma se debe la creación del detective aristócrata por excelencia: Lord Peter Wimsey. Fue una escritora extraordinaria de estilo elegante y diálogos ingeniosos y sutiles. Sus novelas trascienden los límites de la ficción policiaca tradicional. El misterio del Bellona Club (The Unpleasantness at the Bellona Club, 1928) ahonda en el drama de los veteranos de la I Guerra Mundial. Los secretos de Oxford (Gaudy Nights, 1936) es el testimonio de toda una generación de mujeres universitarias, de sus dudas y dificultades. Los nueves sastres (The Nine Taylors, 1934) incluye un tratado sobre campanología y una exaltación de la vida en el campo. Y, a pesar de ello, se lee con gran placer. Dorothy Sayers es uno de los grandes nombres de la ficción detectivesca y legó al género un puñado de obras maestras indiscutibles.

BERKELEY, Anthony

CHRISTIE, Agatha


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